Thursday, December 29, 2011

Símbolos de la cultura cubana


Arbol de la Fraternidad

Símbolos y otros datos de la cultura cubana en los ensayos del folleto “Así es Cuba” presentado en la sección de “Cosas de mi tierra” en Guije. Los ensayos a los que hoy nos referimos son: “Cuba y el Arbol de la Fraternidad”, “Jagüey de Yara”, “Cuba y el Arbol de la Paz” y “Cuba y las reliquias de sus grandes patriotas”: Con motivo de la Sexta Conferencia Panamericana celebrada en La Habana en 1928 y para conmemorar el feliz acontecimiento se dispuso que un ejemplar del más perdurable de los árboles de Cuba, la Ceiba, fuera sembrado en el mencionado Campo de Marte y que las raíces de dicho árbol fueran alimentadas por tierras procedentes de los veintiún Estados Libres de América, dignamente representados en La Habana, a fin de que así, en el sitio en que antes se preparaba el mundo para la guerra, todos los representantes de la América Libre e Inmortal, en simbólica ceremonia, se congregaran formulando votos en pro de una paz perpetua y serena. Este es el origen del Arbol de la Fraternidad que ha venido a cambiar el nombre del Campo de Marte por el de Parque de la Fraternidad.”...

“Cuba tiene, para aquellos que aman a su Historia y por ende a la Historia de América y, que al influjo de esta tendencia saben aquilatar el valor moral que encierran los exponentes palpables que acompañaron en vida a los que fueron consagrados grandes de la Patria, gran número de reliquias concentradas en el indómito Oriente y amorosamente guardadas en el "Museo Bacardí" de Santiago de Cuba. El General Antonio Maceo ostenta, entre muchos objetos, su silla de montar, testigo de tantas cargas y de tantas glorias, mudo testigo de las hazañas que le valieron el calificativo de Titán de Bronce. Esta silla tiene la importancia histórica de que está perforada por dos lados, como un fiel testimonio de su bravura y de su arrojo y junto a ella descansan sus polainas, un fajín de seda y una faja en que luce un Escudo de Armas de la República que él soñaba conquistar y por la que dio su sangre y su vida en los campos de batalla y además, entre otros muchos objetos, el diploma que en nombre de la República en Armas se le entregó al ser nombrado Lugarteniente General del Ejército Libertador y sobre el cual proyecta su sombra, la rústica cruz que indico, por algún tiempo, el lugar donde él cayera para siempre en los campos de San Pedro.”...

“Y siguiendo que "la campana del ingenio comenzó a tocar y las centrífugas, vomitando chorros desde el 10 de octubre, se hicieron idea. Fueron cada nota de la campana gotas de sangre, sueros de valor temerario que masculinizaron los brazos y les hicieron tan poderosos como las mismas raíces del jagüey, para apretar los machetes y abrir las veredas sombrías que no dejaban entrar en el alma de los cubanos el sol de la libertad... El Grito de Yara, era para romper cadenas y para levantar nuevos corazones y encender nuevos pensamientos en el despertar de la mayoría de edad de un pueblo; y no fue vano su eco. Céspedes y los treinta y siete que le acompañaban, todos ricos, cultos y desinteresados enfilaban la gran avenida que debía perdurar y ser norma definitiva de todos los pueblos del mundo: La Democracia. Carlos Manuel de Céspedes era un antiguo conspirador, conocido aspirante a un franco movimiento hacia la transformación política de Cuba, cuando, en 1868, comenzó a tomar participación en los trabajos revolucionarios iniciados por Francisco Vicente Aguilera. Todavía en los primeros meses de aquel año representantes suyos y emisarios de Juan Prim, el caudillo español, habían estado en contacto alrededor de los propósitos de derribar la dinastía borbónica en la Península y propiciar un nuevo régimen en la Isla. El ingreso de Céspedes en el grupo de agitadores orientales supuso trascendentes acontecimientos. Su energía vivaz y su resolución de grande hombre aportaron al acervo moral de los animadores de la independencia elementos psicológicos de que acaso hubiese carecido sin la presencia de varón tan inclinado a lances de riesgo y ventura.”...

Es una real ceiba la que ha merecido el honor de ser llamada con el encomiástico calificativo de A1 de la Paz. Forma parte este árbol de los monumentos que Madre Natura conserva en el suelo de la Perla de las Antillas, tal vez como símbolo sagrado para las generaciones presentes y venideras, a fin dé que con su lozanía y frondosidad, con la majestuosidad del conjunto y el nombre que se le aplica -sea un eterno "memento" que les indique que siempre bajo el signo de la Paz hay prosperidad, alegría y progreso. Para la Historia de Cuba tiene este Arbol de la Paz la trascendental y significativa importancia de que fue allí bajo sus tupidas ramas y teniendo por dosel la inmensidad de un cielo tropical brillante y transparente y por pedestal la granítica mole de la Sierra Maestra donde el general William R. Shafter, Jefe de las fuerzas americanas de ocupación y el general José Toral, Jefe de las fuerzas españolas de Santiago de Cuba, por sustitución obligada del general Linares que había sido herido, firmaron el Armisticio, el día 17 de julio de 1898 por el que se ponía fin, en prima fase, a la dominación española en América ya que posteriormente quedó oficialmente ratificada ante el mundo entero a través del "Tratado de París" el día 10 de diciembre del mismo año y por el que se ponía no sólo fin a la guerra y en su virtud España abandonaba la soberanía en la Isla de Cuba sí que también acababa la dominación española en las Américas, mientras se arriaba en el Morro de La Habana la bandera roja y gualda después de cuatro siglos de interrumpido imperio para dar paso a la de la Estrella Solitaria que desde el 20 de mayo de 1902 flamea libre y altanera, saludada, respetada y querida y con el reconocimiento mundial de ser la expresión simbólica de una nación más, en el consorcio de los pueblos del mundo civilizada libres y soberanos”...

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