En la tarde del 23 sale en tren hacia Ibarra. Allí le espera el desdichado Antonio López Coloma, quien fracasado el intento de insurrección en Occidente, iba a ser preso con Juan Gualberto y Sanguily, y fusilado más tarde en los patios de la Fortaleza de la Cabaña, a los enardecidos gritos de Viva Cuba Libre, mientras Juan Gualberto y el General Betancourt, serían deportados al África, aislados de lo que estaba ocurriendo en la patria que había quedado atrás, llorando la agonía de la esclavitud.
“El General Sanguily, apenado por la tragedia, animaba al líder de Ibarra, diciéndole: "Muere con valor, López Coloma; recuerda que eres hombre del 24 de febrero". Con el vigor y la entereza de un personaje de sus condiciones, ya camino a su escenario de muerte, contestaba: -"Así Lo Haré, General".
“Este fue el doloroso epilogo del más infausto levantamiento del 24: el de Ibarra.
“En otras ciudades y localidades de la Isla se desarrollaba también la lucha por la independencia; en todas con gran patriotismo, con incomparable entusiasmo y valentía; por eso el lógico criterio que se tiene de la injustificada denominación del Grito de Baire, concediéndole a esta localidad el privilegio que también podían tener Bayate; Jiguaní, Guantánamo y otras regiones de Cuba. Pero veamos sucintamente lo que ocurre en aquella fecha histórica. En Bayate, por ejemplo, de acuerdo con los datos que al respecto se conocen, parece que se registró uno de los levantamientos más vigorosos del 24. Al General Bartolomé Massó hay que atribuirle una gran parte del éxito. Le ordena a Miró que se traslade a Holguín y avisa telegráficamente a los hermanos Sartorius. Con la experiencia que le daba la graduación de General del 68 y su vida en el destierro, laureles tenían que coronar su decisión heroica. Massó abandona una buena situación económica como colono azucarero para irse a la manigua. Sus órdenes de que al alborear el 24 se levantaran los insurrectos en los centrales "Tranquilidad" y "El Salvador", son rigurosamente cumplimentadas. Y como para completar su gestión libertadora, redacta dos valientes y sensatas proclamas, dirigidos una a los españoles y a los cubanos la otra. A los compatriotas les dice que está muy próxima la incorporación a los campos de batalla de los Generales Máximo Gómez, José Martí y Antonio Maceo, terminando: "A todos los esperamos con los brazos abiertos". A los adversarios les recuerda la justicia de la causa cubana significándoles que, mientras no fueren hostiles a la causa, se les considerará como a los cubanos.
“Las interesantes proclamas lanzadas en Bayate por Massó; la circunstancia de haber sido las únicas que se hicieron y el hecho de que a las seis de la mañana, ya los hombres a su mando estuvieran dispuestos a la pelea, han sido motivos suficientes para que se haya considerado a Bayate, el lugar donde en realidad comenzó la verdadera Revolución de Martí. Otros hechos ocurren el 24. Al atardecer, el General Moncada, responsable de la conspiración, cede el mando en Guantánamo al General Periquito Pérez. El valeroso soldado de la guerra, a quien el pueblo guantanamero recuerda con un monumento en su parque principal, cumple las instrucciones. Sus hombres se levantan desde el Ingenio La Confianza, en Santa Cecilia, Matabajo y Boca de Jaibo. La sangre ha teñido los campos del generoso pueblo oriental; toma de un Fuerte español y un combate, concluyen en Guantánamo la jornada de ese día.
“Jiguaní. En un pequeño caserío a sólo dos leguas de este lugar llamado Baire, se produce otro levantamiento ordenado por el General Moncada. El Jefe lo es el Coronel Florencio Salcedo y los hermanos Lora sus valiosos acompañantes. Uno de éstos, Saturnino, con los disparos de su revólver, anuncia que la guerra con España ha comenzado en esa región.
“De Colón a Jagüey Grande, en Matanzas, se tienen noticias de acontecimientos similares, animados y propiciados por el doctor Martín Marrero, Alfredo Arango, Joaquín Pedroso, los hermanos Aguirre y otros.
“En Santiago de Cuba, Moncada y Rafael Portuondo empuñan las armas y alientan a los insurrectos. En el Cobre, lo hacen Quintín Banderas y Victoriano Garzón. En Holguín, los hermanos Sartorius. En Bayamo, Enrique Figueredo; y en Camagüey, Salvador Cisneros Betancourt.
“Sobre Martí, que en carta memorable al difunto Federico Henríquez y Carvajal dijera: "Yo evoqué la guerra; mi responsabilidad comienza con ella", caía desde luego, la más alta responsabilidad de este movimiento hoy conocido con justicia como "La Revolución de Martí"; y sobre otros tres hombres recaía, de momento, el peso militar de las tres zonas en que quedaba dividido el movimiento. En Oriente, el Mayor General Guillermo Moncada; en Las Villas o Centro, el Mayor General Francisco Carrillo; y en el Occidente, el Mayor General Sanguily.
“No todo, sin embargo, resultó satisfactorio en la fecha. Repetimos que varias razones hicieron que los señalamientos de Centro y Occidente fueran condenados al fracaso. Oriente mantuvo su calor y el son de guerra con España, gracias a lo cual se fue dando oportunidad a que se coordinaran todos los planes de dentro y fuera, concebidos por Martí, allegando los recursos suficientes para que la Revolución se extendiera a todo el territorio y concluyera, al fin, con la independencia de Cuba, dejando atrás una lista de heroicos mambises que han formado, para la posteridad, el Cuadro de Honor de la patria.”
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