Tuesday, December 21, 2010

Otras Actualizaciones de Diciembre en el Calendario


Referencia a días actualizados en el mes de Diciembre en el Calendario Cubano:

Del 12 de Diciembre en el Calendario Cubano

San Juan y Martínez

Nació Guillermo Montagu Rivero en San Juan y Martínez el 12 de diciembre de 1881. Escritor y abogado. Se educó en Barcelona y doctoró en la Universidad de La Habana. Obtuvo la Flor Natural en los Juegos Florales de 1908 por su poesía “A la Patria”; cronista teatral en “El Comercio” y colaboró en la prensa de Cuba. Autor de la novela cubana “Martín Pérez”, “Iris” poesía; “Cirilo Villaverde”, estudio de su vida y obras: “La Fuga y Notas para un sistema de legislación agraria”. Académico correspondiente por Pinar del Río de la Nacional de Artes y Letras. Ingresó recién graduado en la carrera judicial y fue juez, magistrado de la Audiencia habanera y del Tribunal Supremo.

Nueva York


La Emigración Cubana en Nueva York. por Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 699-700 nos describe los acontecimientos del 12 de diciembre de 1896 en la Historia de Cuba:


“La obra de las emigraciones cubanas, en la historia de los esfuerzos en pos de la independencia patria, fue extraordinaria y fecundísima. Servicios de toda índole prestaron a la causa libertadora. Con anterioridad a la Revolución y durante la misma, especialmente, la labor de los proscritos se tradujo en beneficios continuos. El sentido de unidad y solidaridad se sobrepuso á discordias y querellas. La simiente regada por José Martí fructificó de manera sorprendente. Los cubanos emigrados en los Estados Unidos permanecieron en todo momento pendientes de la fortuna de la Revolución. Lo mismo para mostrarse fuertes y serenos ante la adversidad que para exaltar los derechos y las virtudes de los criollos que combatían en la Isla, los patriotas dejaron escuchar su voz en la nación vecina. La muerte del general Antonio Maceo, acaecida en instantes decisivos para la Revolución, fue uno de aquellos casos en que la entereza de los buenos hijos de Cuba se exhibió ejemplarmente. Los residentes en Nueva York apenas enterados del desastre, el 12 de diciembre de 1896, dirigieron a los demás compatriotas un manifiesto, rebosante de dignidad, para contrarrestar el efecto que hubiese podido producir la propaganda española con motivo de la caída del héroe epónimo. "Ante la actitud del enemigo -dijeron aquellos patriotas- y dejando suceder en el ánimo a la esperanza que alentamos de que el Destino conservara a la patria el corazón noble y el esforzado brazo del general invicto cuya figura rodea ya el Mundo con la doble aureola del genio y del martirio, el oleaje de horror y de indignación que levanta en la conciencia la sola sospecha del medio artero empleado para rendirlo, entendemos que es nuestro deber más inmediato oponer a la delirante confianza de los españoles la indomable firmeza de los cubanos; hacer saber a España, que supone próximo el fin de la revolución redentora porque sucumba en la lucha gloriosa uno de los brazos más poderosos que guiaba su marcha triunfante, y a este noble pueblo americano, que comparte nuestras aspiraciones y se dispone a prestarnos su eficaz ayuda, que el pueblo cubano, ya llorando a sus héroes más queridos, ya confiando en que la muerte los respetará para el cumplimiento del fin grande y generoso por cuya consecución luchan, continúa inquebrantablemente unido en el mismo sentimiento que lo ha llevado hasta el sacrificio de su vida y de su riqueza, y resuelto a obtener a toda costa la independencia de la patria.”


La Habana

Del 15 de Diciembre en el Calendario Cubano

1895 - La Invasión Libertadora en Las Villas: Avanza de Guamá (distrito de Cienfuegos) a Aguada de Flores (Cienfuegos), en total 5 leguas recorridas. Máximo Gómez y Antonio Maceo en Mal Tiempo, Cruces. La Invasión Libertadora del 15 de diciembre por José Miró Argenter:

“A las siete de la mañana se ha tocado marcha de frente. Los caminos son amplios y están secos; se ha elegido el que conduce a un ingenio, cuyos cañaverales se han divisado desde el campamento de Guamá. Las tres fracciones de la columna (vanguardia, centro y retaguardia), van casi unidas; solamente la patrulla exploradora lleva la delantera necesaria, y todo el mundo a caballo. Se presiente algo terrible. Los oficiales del Estado Mayor acaban de trasmitir la orden de que al asomar el enemigo se cargará al machete, sin consultas ni dilaciones. Damos vista al central Teresa, donde hay un destacamento de cincuenta soldados, y la tea inaugura sus funciones reduciendo a pavesas los cañaverales de esa finca que se preparaba para moler: el destacamento contempla impasible la combustión. Mientras anda la tea, unos colonos nos avisan de que en un caserío próximo, llamado Mal Tiempo, hay fuerzas españolas, las cuales, si no están ya en camino del ingenio Teresa, nos disputarán el paso en aquel lugar. Gómez conferencia breves momentos con Maceo, y éste ordena que se redoble el fondo de la columna, agregando esta frase, como en son de advertencia: entró la nave en alta mar, -que como imagen no puede ser más oportuna, pues a los pocos minutos nos hallamos en Mal Tiempo ¡tan borrascoso para las armas españolas! He aquí como sucede el desastre. La sección de exploradores es saludada con una descarga, que por lo furiosa no da lugar a réplica, y parte de nuestra vanguardia, toda la cabeza de ella, se aturde de momento por nuevas y más nutridas descargas de los españoles, que se hallan desplegados sobre un terraplén algo confuso por el follaje de los cañaverales. Al pronto no se ve nada más: el fuego es de maüser, enfilado y muy violento. El general Maceo organiza rápidamente el ataque por el frente y se lanza sobre las líneas españolas al galope de su fogoso caballo moro, que parece que no toca la tierra; al mismo tiempo lo efectúa el general Gómez con su escolta de camagüeyanos y tres escuadrones de Martí, García y Guá; él, delante de la tropa, tieso, clavado en la montura, blandiendo el alfanje que usa. Repuesta la vanguardia, acomete también, por el frente y costados; a discreción. El regimiento Céspedes nutre la escolta de Maceo; el clarín toca a degüello y la masa de jinetes se precipita como torrente furioso. Una cerca de alambre estorba la vía, pero se hiende de un tajo, y sigue con mayor empuje la impetuosa carga. Firme aun la infantería española, rodilla en tierra la mayor parte, trata de resistir con un fuego mortífero y las puntas de las bayonetas; pero nadie se para; al grito heroico de ¡arriba Oriente!, ¡al machete!, ¡viva Maceo!, abren brecha los orientales y acuchillan sin piedad durante quince minutos. No dura más tiempo todo el drama. Aquí han caído secciones completas, con los oficiales que las mandaban; más allá, grupos de infantes y jinetes, mezclados en confusión, ruedan al filo del sable cubano. Un capitán, al frente de diez o doce hombres que le quedan, después de inferir tres balazos con su revólver a un ayudante del Estado Mayor, hace demostraciones de rendirse, pero cae también, con todos los suyos, bajo el acero insurrecto esgrimido por la gente de Guantánamo. Una compañía de Bailén ha formado el cuadro... ¡espantosa mutilación! Por los flancos la carnicería ha sido tremenda. Gómez, brioso y enardecido como en Palo Seco, ha roto el más fuerte núcleo de los Españoles, siendo el primero en abrir boquete: su escolta y los escuadrones de orientales que con él han ido al asalto, lo ensanchan en seguida y derriban los cuatro muros de bayonetas, esparciéndolos en mil pedazos. El segundo cuadrilátero de Bailén sucumbe en masa. Con la misma furia, repartiendo cuchilladas a derecha e izquierda, ese trozo de caballería ha llevado la borrasca dentro del recinto de Mal Tiempo, cogiendo de refilón la retaguardia de los españoles. Todos los sólidos han sido deshechos a machetazos. La mitad por lo menos del batallón de Canarias, huyendo de la tremolina, ha soltado armas y cartucheras para escapar con mayor ligereza, o rendirse a discreción los que no aciertan a buscar refugio en la espesura de los cañaverales”...


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