Friday, January 21, 2011

Datos de La Habana Antigua


Algunos datos de La Habana del siglo XVI y los restos de las edificaciones en La Habana Vieja, como usualmente se le llama a esa sección de la ciudad tomados del libro de lectura Historia Local de La Habana en los capítulos "Las primeras calles y caminos de La Habana" y "Progreso de las construcciones y edificios dentro de cada época", complementados con otras notas en Guije.com.

La Catedral de La Habana actual

Como primera calle de La Habana podría tomarse el grupo de bohíos, ya mencionado antes, que iba desde el lugar que ocupó el Departamento de Estado, hasta el de la actual Lonja de Comercio. Pero antes de desechar tal apreciación y proceder a mencionar las primeras calles habaneras que merecieron el nombre de tales, bueno es explicar las causas por las cuales la más antigua parte de la ciudad, la llamada Habana Vieja, se distingue por lo estrecho de sus calles. Y la explicación la daremos repitiendo palabras de Don José María de La Torre:


"Sin embargo de no haberse basado en un plan determinado el establecimiento de la población, su planta puede decirse que es bastante regular, debiéndose el defecto de sus calles estrechas a lo prevenido por la ley que dice: 'En los lugares fríos serán las calles anchas, en los calientes angostas': aunque añade: 'y donde hubiese caballos, convendría que para defenderse en las ocasiones sean anchas..."

La Plaza de Armas o Plaza de la Iglesia, ya que el lugar que hoy ocupa el Ayuntamiento lo ocupó primero la iglesia parroquial, la de embarrado y guano, fue el centro de donde irradió la población, extendiéndose por las calles de los Oficios y de los Mercaderes, como las más próximas al punto de desembarco de los bajeles; por la Real, más tarde de La Muralla, lugar de salida al campo en un principio; por las de la Habana, Aguiar y Cuba, que se orientaban el torreón de la Caleta, lugar donde de día y de noche había vigilantes cuidadosos de la aparición de los piratas.


Castillo de La Fuerza

En 1598, según se expresa en un libro de José María de La Torre, todas las casas de la villa eran de paja y tablas de cedro, pero ya por esa fecha habían comenzado importantes edificaciones, como la del Castillo de La Fuerza, en 1558, que se terminaría en 1577, y la del Convento de San Francisco, en 1574. Los ataques de los piratas, de que se ha dicho algo antes, y el hecho de que los españoles descubrían, conquistaban y colonizaban bajo el emblema de la cruz, justificaban plenamente que fueran una fortaleza y un convento las primeras construcciones emprendidas de capital importancia.


A partir de 1598, cuando la ciudad contaba con 800 vecinos o 4,000 habitantes, empezaron a multiplicarse las construcciones de piedra, con techos de duras maderas y tejas. El temor a los ataques de piratas y otros enemigos originó ese tipo de casas, de las que se pueden ver algunas por La Habana Vieja, "con paredes de ancho descomunal, puertas gruesas y con grandes clavos, ventanas pequeñas colocadas en alto y con fuertes barrotes, todo lo cual les hace parecer como fortalezas".

Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas

La antigua Plaza de Armas fue el centro de donde irradió la ciudad. A no más de cinco o seis cuadras de ella se encuentran las mejores construcciones, aun en pie unas y otras casi en ruinas, que nos dejó España. Tales son: el Castillo de La Fuerza; la Casa de Gobierno, residencia de los Capitanes Generales y de los primeros Presidentes de la República, y hoy Palacio Municipal; el Palacio del Segundo Cabo, después del Senado y hoy alojamiento del Tribunal Supremo; la Catedral, con su bella plaza y las casas de los Condes de Casa Bayona, de Lombillo, y del Marqués de Arcos, casas éstas de las pocas que van quedando en La Habana "cuyas fachadas, portadas, ventanas y balcones son modelos característicos de las construcciones coloniales habaneras de los siglos XVII, XVIII y XIX.

A pocas cuadras de la Plaza de Armas, hoy de Carlos Manuel de Céspedes, quedan el Convento de San Francisco, con su imponente torre, albergue actual de las oficinas de correos; el que fuera convento de Santa Clara, donde están las oficinas de obras públicas, y algo más lejos aun los restos de la Iglesia de Paula. De ésta dice Emilio Roig de Leuchsenring, que con la Catedral y el Convento de San Francisco son "...los únicos templos habaneros de la época colonial que merecen conservarse".


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