El Municipio de Guanabacoa es uno de los veintiséis municipios en la provincia de La Habana. Se encuentra al centro y norte en la provincia. Su territorio cubre una superficie de 289 kilómetros cuadrados. Al oeste limita con los municipios de La Habana y Regla; al sur con los de San Antonio de las Vegas, San José de las Lajas y con Santa María del Rosario el cual también lo limita por el este. Al este tiene límites con los términos de Santa Cruz del Norte y Jaruco. Al norte su costa, en la cual se encuentran algunas playas consideradas entre las mejores de toda Cuba, la baña el Golfo de México.
Apuntes Históricos del Término Municipal de Guanabacoa en la Guía Provincial de La Habana: "El Término Municipal de Guanabacoa, situado al Este de la Bahía de La Habana, linda por el Norte con el Golfo de México; por el Este con los términos de Santa Cruz del Norte y Jaruco; por el Sur con los de San José de las Lajas, Santa María del Rosario y San Antonio de las Vegas, y por el Oeste con los de La Habana y Regla. Su extensión territorial es de 289 K² y su población según el último censo, de 31,000 habitantes, perteneciente la mayor parte a la villa Cabecera de Guanabacoa. Al suceder Don Manuel de Rojas al Adelantado Diego Velázquez en el gobierno de la Isla en Septiembre de 1524, recibió recomendación expresa de la Corte de España, de cuidar de un grupo de indios que habitaba en un lugar llamado Guanabacoa, cuyo significado en la lengua indígena era "Sitio de Aguas". Al sustituir Don Diego de Mazariegos a Don Gonzalo Pérez de Angulo en el año 1556 como Gobernador General, uno de sus primeros actos fue dar cumplimiento a tal recomendación, la que a su vez había hecho al dejar el cargo Don Manuel de Rojas. Al efecto, dispuso la concentración en Guanabacoa, con el encarecimiento de que se les diera un trato humano y adecuado, de todos los indios que pululaban errantes por los campos. A más de 300 ascendía su número en el año 1574. Hace más de un siglo, que se extinguió el último vestigio de la desgraciada estirpe. La fuga del Gobernador Pérez de Angulo a la localidad india de Guanabacoa al ser atacada y tomada La Habana por el pirata Jacques de Sores en 1555, y la instalación allí del Ayuntamiento de la ciudad Capital, dio motivo a la primera mención de la citada localidad, haciéndola al mismo tiempo célebre por el ruidoso escándalo que produjo en el Ministerio de Ultramar la conducta del Gobernador. El 12 de Junio de 1556 fue creado por el Gobernador Mazariegos el Ayuntamiento de Guanabacoa, otorgándole Carlos III a sus regidores, en 1562, el título de Perpetuos. La ermita que erigió en el barrio del Campo Santo en el año 1576 el Obispo Castillo, fue reconstruida y declarada parroquia por el Obispo Cabezas en 1607, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción. La construcción de la actual iglesia fue terminada en 1721. Es Vicaría Foránea y está servida por los P. P. Franciscanos. Desde entonces, comenzó el aumento de la población, con naturales de Canarias y negros emancipados de La Habana. Fue realmente en el año 1617, cuando quedó instalado el Ayuntamiento, siendo su primer Alcalde Don Luis de Aguilar. Por Real Cédula de 14 de Agosto de 1743, Felipe V le otorgó a Guanabacoa el título de Villa de la Asunción, y el uso del Escudo de Armas, cuyos símbolos son el mar, dos castillos y una montaña; y es en este siglo XVIII, cuando se establecen en Guanabacoa las comunidades religiosas y se crean la primeras escuelas gratuitas"...
De los Manantiales El Boticario en Guanabacoa: "En no más abrupto y pintoresco del Término Municipal de Guanabacoa, entre el poblado de Campo Florido y el de Tapaste, accesible por la carretera que conduce de San José de las Lajas a Jaruco, y por el camino carretero que se está construyendo desde Campo Florido, a no más de cinco kilómetros de distancia, se encuentran los grandes Manantiales El Boticario, ubicados en la finca del mismo nombre, los cuales brotan de bellos y abundantes surtidores naturales, en burbujeante caudal de aguas, termales, sulfurosas y gaseosas. Estas aguas, célebres por su historia, famosas por sus condiciones curativas, han colmado la tradición y la leyenda con una interminable serie de curaciones prodigiosas y de insospechados efectos, devolviendo la salud, las energías y el vigor a una infinidad de personas que, a través de generaciones y por varias centurias, hubieron de ingerirlas o de bañar con ellas sus órganos enfermos. Comprobada la eficacia de estas aguas por la experiencia de millares de casos, han sido los mismos pacientes los que han preconizado sus cualidades excepcionales, recomendándolas para el reuma y para todas las afecciones de la piel, y muy especialmente, para regularizar el funcionamiento del sistema nervioso, de las glándulas y de todos los órganos del cuerpo humano, sobre los cuales ejercen poderosa influencia por radio actividad"...
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