Iglesia de Santa Bárbara
Párraga, La Habana, Cuba
Ya estas son las últimas tres páginas actualizadas en el Calendario Cubano en el mes de
noviembre, pero antes de continuar recordamos que hoy es 4 de diciembre, día de Santa Bárbara y encabezamos esta entrada con una foto de su imagen tomada en la iglesia de Santa Bárbara, Párraga, La Habana, Cuba.
17 de noviembre de 1916
Debut del circo cubano Santos y Artigas en el teatro Payret de La Habana.
...“La noche del debut, el teatro se abrió a las siete de la tarde, cobrándose precios que en ninguna época se habían fijado en un circo: 2.50 la luneta y 15 pesos los palcos. La cola llegaba desde "Payret" hasta mas allá del Diario de la Marina. Artigas atendía al público en el pórtico del teatro y Santos estaba aun en la Aduana esperando la llegada del acto principal del programa, la familia ecuestre Los Hannefords. Los caballos vinieron en el ferris y desembarcaron a las ocho y media de la noche. La función estaba anunciada para las 9. Aparte de las facilidades que los empleados de la Aduana le prestan a Santos, había el problema de herrar los caballos con herraduras de goma antes de entrar en la pista que se había instalado en el escenario. El tiempo apremiaba. Pero Santos y Artigas estaban dispuestos a no dejarse vencer por ninguna dificultad. Y trajeron fraguas y herreros al sótano del "Payret" para poder tener los caballos en la pista a la hora anunciada”...
17 de noviembre de 1898
Italia y Cuba. Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 649-650 nos describe los acontecimientos del 17 de noviembre de 1898 en la Historia de Cuba:
“Italia fue la nación europea que más fervoroso concurso prestó a Cuba en la lucha por la independencia patria. Italia y Cuba se hallaban unidas espiritualmente merced a la obra de varones ilustres. Desde los días del descubrimiento de la Isla por el inmortal genovés hasta las horas en que la República se constituyó y consolidó, de empeño en empeño, italianos generosos contribuyeron con el esfuerzo de su brazo, con su sangre y con sus talentos al progreso de Cuba. La intervención de Garibaldi, el héroe de ambos mundos, como Fernando Ortiz lo llamó, en los esfuerzos revolucionarios realizados alrededor de la independencia de Cuba a mediados del siglo XIX, aclaró que las aflicciones de esta Antilla no pasaban indiferentes para quienes trabajaban por la redención y la unidad italianas. Después, en el curso de la guerra de los Diez Años, a despecho de hallarse por allá consolidando la obra anhelada desde la época del papa julio II, hubo, ya que no esfuerzos colectivos, sí personales, para coadyuvar a los sacrificios del cubano, y, sobre todas las voces de aliento, se oyó la de Mazzini. En la Guerra Chiquita no se echó de menos la abnegación de italianos que, como Natalio Argenta, ofrecieron su vida por la causa cubana. Cuánto a la lucha de 1895 a 1898, mucho realizó Italia en favor de Cuba, con sus hijos que aquí pelearon, con las simpatías y la propaganda que se manifestaron en su propio suelo y con los actos oficiales efectuados en momentos difíciles para la Isla”...
19 de noviembre de 1838
En este día llegó a Güines el primer tren, produciendo gran regocijo entre sus habitantes. Exactamente un año antes se había inaugurado la sección de esta vía entre La Habana y Bejucal, siendo el primer tren que corrió en Cuba. El origen de este ferrocarril se remonta hasta el 15 de noviembre de 1830, cuando Tomás Fernández Cosío, dijo, en un informe dirigido al conde de Villanueva, intendente del Ejército y presidente de la Junta de Fomento, entre otras cosas: "Establecida una cómoda carretera desde este punto a la capital, como las que se construyen en Europa, o unos carriles de hierro que hiciesen cómodas y fáciles las comunicaciones, no sólo serían éstas más activas, sino que puede asegurarse que muy pronto se verían duplicados sus productos. El arroz, este artículo pudiera justificar la verdad de lo dicho. Pasan de cien mil las arrobas que anualmente cosecha esta jurisdicción y sólo se conducen a la capital unas quince mil. Si hubiera un cómodo transporte, las 900,000 arrobas que anualmente consume La Habana, del extranjero, las recibiría de este partido, porque nuestros hacendados se dedicarían a esta siembra y establecerían molinos para su beneficio, como ya lo ha hecho el Exmo. Francisco Arango".
19 de noviembre de 1837
Por Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 653-654 nos describe los acontecimientos del 19 de noviembre de 1837 en la Historia de Cuba:
“La perfección del invento del ferrocarril, transformándose el pensamiento luminoso en aprovechamiento industrial, fue acogido en Cuba con entusiasmo. Su aplicación se extendía en los Estados Unidos de América, Inglaterra y Bélgica. En La Habana hubo hombres de iniciativa y buena voluntad que se ocuparon en deparar al país el admirable medio de locomoción. Cortapisas no faltaron. Los inconvenientes a veces se multiplicaron y crecieron. No todos veían claro el progreso extraordinario que entrañaba la existencia de la vía férrea. Pero, colocadas frente a frente ambas contradictorias tendencias, la útil y generosa triunfó. Palanca y sostén del proyecto de iniciar en Cuba la construcción de caminos de hierro fue Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva. Como Superintendente General de Hacienda y presidente de la Real Junta de Fomento, empleando hábil y útilmente sus energías e influencias, dio calor y vida al atrevido plan. Tuvo amigos pudientes que lo secundaron con eficacia. E impulso la idea hasta encauzarla con éxito felicísimo. Dos problemas se presentaron a la consideración de los iniciadores de la construcción del primer ferrocarril cubano: el concurso de los medios pecuniarios indispensables y la elección del territorio por donde se extendería el camino de hierro. De lo uno y de lo otro se ocuparon los propios promovedores del proyecto. La Real Junta de Fomento, en acuerdos repetidos y meditados, planeo suficientemente la manera de allegar los recursos monetarios que la obra demandaba. Para ello valió de mucho la confirmación del conde de Villanueva, decretada en 9 de noviembre de 1832, en el elevado cargo que desempeñaba en la Colonia. Cuanto a la zona que iba a ser favorecida por la vía férrea, todos estuvieron acordes en designar la comprendida entre La Habana y Güines.”...
27 de noviembre de 1871
Fusilamiento de los Ocho Estudiantes de Medicina: Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 669-670 nos describe los acontecimientos del 27 de noviembre de 1871 en la Historia de Cuba:
“El 23 de noviembre de 1871, en horas de la tarde, alumnos del primer año de medicina se reunieron en el anfiteatro anatómico denominado San Dionisio, contiguo al cementerio de Espada, en La Habana, en espera de uno de sus profesores. Algunos de los congregados -Anacleto Bermúdez, Angel Laborde, José de Marcos y Medina y Pascual Rodríguez y Pérez- subieron al carro mortuorio de la Escuela de Medicina y dieron vueltas por la plaza que existía frente al cementerio. Por otra parte, Alonso Alvarez de la Campa, de dieciséis años de edad, tomó una flor del propio camposanto. El 25 de noviembre el gobernador político de La Habana, Dionisio López Roberts, visitó el cementerio de Espada, recogió del celador del mismo la falsa versión de que algunos estudiantes habían rayado el cristal del nicho de Gonzalo Castañón -el director de La Voz de Cuba muerto violentamente en Cayo Hueso, a manos del separatismo cubano- y, acompañado de varios voluntarios y agentes de policía, se presentó en la Escuela de Medicina, en busca, según dijo, del "autor de los desmanes cometidos la tarde del 23 en el cementerio". Tras las palabras amenazadoras de López Roberts, fue iniciado el sumario. Cerca de cincuenta alumnos quedaron detenidos. Seis de ellos ingresaron en la cárcel de La Habana bajo absoluta incomunicación. El 26 de noviembre la mendaz imputación hecha a los estudiantes de medicina adquirió los caracteres de verdad inconcusa. Y los voluntarios, vociferantes, por medio de comisiones negociaron con el Segundo Cabo: Romualdo Crespo, el fusilamiento de víctimas propiciatorias. Un consejo de guerra verbal se encargó de juzgar a los acusados. La defensa de éstos fue asumida, por Federico R. de Capdevilla, capitán graduado del Ejército, quien calificó de "triste, lamentable y esencialmente repugnante" el acto que le concedía la honra de comparecer y elevar su voz ante un tribunal reunido "por la fuerza, por la violencia y por el frenesí de un puñado de revoltosos". La sentencia dictada por el consejo de guerra, injusta por cuanto era condenatoria, pero sin pronunciamiento de la pena de muerte, exacerbó a los amotinados voluntarios, que lograron de Crespo la formación de un nuevo tribunal, en el que ellos tuvieron mayoría”...
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