Friday, February 4, 2011

De los pueblos y ciudades de La Habana, Cuba


El territorio del Municipio de San Antonio de las Vegas puede considerarse como llano quebrado, sobre todo desde el centro hacia el noreste se altera completamente su aspecto general, integrantes del grupo La Habana-Matanzas. De esas alturas las más notables son las lomas de Managua, las del Añil, Aura y del Plátano. Sus principales ríos son: San Antonio de las Vegas, San José, San Juan, Río Hondo y algunos menores. El Municipio de San Antonio de las Vegas es uno de los veintiséis municipios en la Provincia de La Habana. Está ubicado este municipio al centro de la provincia. Su territorio cubre una extensión de 300 kilómetros cuadrados. Al norte limita con los términos municipales de Guanabacoa y Santa María del Rosario, al este con San José de las Lajas y Melena del Sur, al sur con Batabanó, y al oeste con Bejucal y Santiago de las Vegas. Al extremo noroeste tiene límites con el Municipio de La Habana.


La ciudad de Güines era cabecera del término municipal y jurisdicciones administrativas de su nombre. Se encuentra situada en la feraz y bella llanura de su denominación, era ésta dividida en fincas de todas clases regadas por el río Mayabeque que se bifurca y derrama por doquier en zanjas y repartos naturales y otros creados por la Comunidad de Regantes. Fue fundada en 1735, conjuntamente con su iglesia, que constituía el centro biológico y la base de todas las colectividades humanas que proceden de España. La iglesia fue puesta bajo la advocación de San Julián y San Francisco Javier y de ahí el nombre de San Julián de los Güines. En 1804 fue reedificada por los vecinos, construyéndola esta vez de mampostería, conservándose la advocación de San Julián en recuerdo de la ermita fundada por el indio Pedro Guzmán y que ya había sido destruida. El Municipio de Güines es uno de los veintiséis municipios en la provincia de La Habana. Se encuentra este municipio al centro de la provincia. Su territorio cubre una superficie de 252 kilómetros cuadrados. En su forma multilateral este municipio limita al norte con el de Jaruco, al noreste con el de Aguacate, al este con el de Madruga, al sureste en forma angulada cubriendo también todo el sur con el de Nueva Paz, al oeste con el de Melena del Sur, y al noroeste con el de San José de las Lajas. Jurisdicción: En 1940 el término municipal de Güines era partido judicial y distrito fiscal. En 1902 se le anexó el Tármino de Catalina con todos sus barrios. Antiguamente tuvo categoría de jurisdicción.

El terreno del Municipio de Güines en general es llano, a excepción del norte, en donde se levanta la loma de Candela, la de Catalina en el barrio de su nombre y alguna otra altura. Sus ríos son: Mayabeque, Mampostón, Culebra, Catalina, Cotilla, San Antón y algunos otros de menor caudal. El Mayabeque es el río más importante de la provincia de La Habana y de la vertiente meridional de la región, cuyas fuentes las constituyen en su mayor caudal las del Ojo de Agua, de Catalina, por la que deben considerarse como fuentes remotas las lomas que se levantan al sur de la ciudad de Jaruco. Al entrar en la llanura de Güines se divide por efecto de la canalización artificial y también natural en multitud de brazos y zanjas que constituyen el sistema de riegos establecido en el valle de Güines. Por esta razón y por la de su curso por esa ciudad recibe el nombre de Güines hasta los terrenos del antiguo hato de San Pedro de Mayabeque, que toma este último nombre, con el cual sigue hasta su desagüe en la costa meridional del municipio de San Nicolás, en el golfo de Matamanó o Batabanó, en un surgidero en donde la tradición supone que por disposición de Diego de Velázquez fue fundada la Ciudad de La Habana el día de Santiago del año 1515. Recibe durante su curso numerosos afluentes. Muy antiguamente se le llamó también Onicajinal.


Isla de Pinos fue descubierta por Cristóbal Colón en su segundo viaje en el año 1494 y bautizada con el nombre de Evangelista. Permaneció olvidada de España y de los gobernadores en Cuba. El corsario Drake la reconoció en 1596, es decir, un siglo más tarde, en la época de sus rapacidades y así todos cuantos se lanzaban a sus aventuras por las Antillas. En 1627 fue mercedada al capitán Hernando de Pedroso, pasando de tiempo en tiempo a manos de sucesores, quienes en permutas y transacciones fueron obteniendo sus pequeños beneficios de tierras, que muchos de ellos no conocieron y que ninguno cuidó nunca personalmente. Y así, sin que esa isla mereciera atención oficial ni cuidado su población, llegamos al año de 1773, en que el capitán general Felipe Fonsdeviela dispuso que la Isla de Pinos contribuyese anualmente al abasto de La Habana con algún ganado. Anteriormente, en 1765, el Conde de Ricla se propuso colonizarla, pero a su partida para España su proyecto pasó al desván. Hubo sí el empeño de su propietario y “gobernador” Domingo Duarte en hacerlo y no fueron pocos sus esfuerzos, pero nadie se interesaba por su proyecto.

La isla continuó con sus escasos habitantes. En 1787 el capitán de fragata Julián Terry y Lacy presentó al Conde de Santa Clara, capitán general de la isla, una voluminosa memoria de sus estudios y trabajos, como le fuera encomendado a fin de organizar la colonización. Para estas fechas contaba la isla con 300 habitantes y no obstante el relato minucioso del dicho capitán nada se realizó. Otra vez se olvidaron los buenos propósitos, hasta que en 1822 un aventurero llamado Pepe el Mallorquín, acompañado de un grupo de bandoleros, se hizo el “amo” de la isla. Fueron los ingleses de dos goletas quienes se atrevieron a enfrentarse con los aventureros de Pepe el Mallorquín, siendo destrozados por éstos en su primera tentativa, que reanudaron después de obtener permiso de las autoridades españolas de La Habana para una nueva tentativa, que emprendieron y en la que emplearon hasta un año en acabar con el famoso aventurero. A consecuencia de este incidente, el gobierno inglés notificó al de la España decadente que guarneciera la isla o la abandonara, en cuyo caso Gran Bretaña la ocuparía. De esto provino la orden de Madrid al capitán general Francisco Dionisio Vives para el reconocimiento definitivo de la isla y sus posibilidades estratégicas militares. El comisionado del capitán general se dirigió a una pequeña población fundada por Andrés Acosta, a unos nueve kilómetros del embarcadero, y de aquí a la Sierra de Caballos, en donde residía Clemente Delgado, consiguiendo de este señor que le cediese al Estado una legua de terreno para fundar una población. La repartió gratuitamente distribuida en solares con la obligación de que edificaran viviendas en el plazo de un año. Levantó los planos y así quedó fundada Nueva Gerona.


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